Una vez más, he recorrido algunos rincones de este singular jardín. Esta vez acompañada de dos antiguas alumnas y amigas actuales, que no conocían esta "joya" madrileña.
Sus árboles centenarios... al fondo el palacete.
Fuentes, esculturas, templete...
Siempre sorprende su maravilloso laberinto de laurel, cada vez más restablecido.
El jardín inglés...
Los parterres... cambiantes según la estación de la visita.
Y, por supuesto, el embarcadero, la casita del ermitaño, el lago, la granja, la casa de las abejas, la ermita con su trampantojo, el pabellón de baile y muchas sorpresas más que os animamos que descubráis.
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